Un equipo británico del Centro de Exploración Naval, en cooperación con arqueólogos del programa "Shipwrecks Project", logró monitorear una "riqueza de maravillas" para los naufragios de 12 barcos hundidos en el Mediterráneo oriental entre el Líbano y Chipre.

La historia del hundimiento de algunos de ellos se remonta al año 300 a. C., revelando la globalización del comercio en el pasado, que definió la ruta de la seda del agua, que comienza desde China, a través de Persia y el Mar Rojo, hasta el Mediterráneo oriental, durante la cual los barcos transportaban cerámica, especias, café, textiles y otros a través de cientos de estaciones a los puertos del mundo antiguo.

La misión británica utilizó robots avanzados equipados con tecnologías modernas que pueden sumergirse en profundidades y lugares inaccesibles para los humanos en una parte fangosa de la costa de Chipre.

Además de los sensores avanzados, pudieron monitorear las antiguas "rutas de navegación" en las que se basaban los imperios griego, romano y otomano, y el hundimiento de varios barcos, el más importante de los cuales fue un enorme barco del siglo XVII lleno de tesoros de productos de porcelana china.

"Para los arqueólogos, este descubrimiento equivale a encontrar un nuevo planeta. Es uno de los descubrimientos más sorprendentes de la región mediterránea".

“Los naufragios de los barcos hundidos revelan una ruta marítima previamente desconocida que une la costa de Jingdezhen en China con Europa, y cuenta la historia de los bienes y productos que fueron transportados desde el este del mundo a las tiendas en el este del Mediterráneo en el Líbano o en Alejandría y de allí a las ciudades europeas”.

El diario "The Guardian" lo citó sobre la dificultad de tales descubrimientos en las profundidades del Mediterráneo, que esconde muchos secretos de naufragios bajo el lodo.

Kingsley señaló uno de los barcos más grandes jamás encontrados, que medía 43 metros de largo y 1000 toneladas, lo suficientemente grande como para ser del tamaño de dos barcos mercantes de esa época.

Se cree que fue construido en un puerto otomano, ya que su cargamento incluía ollas de cobre para el café.

“Las cafeteras son una herencia del Imperio Otomano y es probable que las piezas fueran pertenencias personales de la tripulación porque cada juego tiene su propia forma diferente y estilo de grabado distintivo.

El barco es una cápsula del tiempo que cuenta la historia del comienzo de la globalización, ya que transportaba mercancías mediante el comercio entre 14 civilizaciones.

Se cree que el barco se hundió en 1630 mientras navegaba entre El Cairo y Estambul, y su viaje refleja un patrón de rutas de comercio marítimo en ese momento.

La carga del barco incluía algo de vidrio y cerámica de Europa (Bélgica, España e Italia), además de incienso árabe, que se cree que se originó en Yemen.

Stephen Valerie, codirector del Proyecto de Arqueología Marina, dijo: "Todos los artefactos encontrados se registraron cuidadosamente utilizando una combinación de imágenes digitales, video y técnicas de haz de luz.

Para las ciencias de la exploración submarina, este es un gran paso adelante.

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